martes, 30 de junio de 2009

Despedida

La Estrella de Panamá. 30 de junio de 2009.
RICHARD M. KOSTER (rmkoster@rmkoster.com)

La negligencia oficial fue seguida por una campaña de negar a las víctimas y sus familiares la justicia que podrá aliviar su sufrimiento: justo trato para ellos y castigo para los responsables.

No puedo dejar a Martín Torrijos pasar al olvido que merece sin observar que propinó a su patria el peor desastre de su historia. Refiero al envenenamiento masivo que ocurrió cuando las personas a quienes él confió la salud pública metieron “coolant” industrial en varias medicinas. El sufrimiento humano ha sido terrible y el daño social incalculable.

Más de cien mil recetas de medicinas contaminadas fueron expedidas. Un sinnúmero de frascos fueron repartidas por la primera dama e otros funcionarios durante las llamadas "Caravanas de Salud" que hizo el gobierno para promover el voto sí en el referéndum sobre la ampliación del Canal. Además, un número indeterminable de personas compartieron la medicina con familiares y vecinos. El Dr. Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal (IMEL), me confirmó que la cifra oficial de muertos representa solamente "el punto del iceberg."

Vamos a emplearla, aún que sea baja, para estima el impacto de la pérdida humana: 115 panameños muertos de una población de 3 millones. Proyectándolo a los Estados Unidos, con una población de 300 millones, serían 11,500 muertos, cuatro veces los que perdieron la vida a raíz de los atentados del 11 de septiembre del 2001.

Y siguen muriendo. El agente tóxico ataca tanto a los nervios como a los riñones. Funciona como una bomba de tiempo según la cuantidad ingerida y la salud general de la víctima. Los sobrevivientes, mientras tanto, están condenados a aguantar diálisis y podrán padecer de parálisis fláccido, pérdida de sensación en las extremidades, pérdida de oído, visión indistinta, y debilidad de la cara que hace difícil hablar y abrir los ojos.

Estos panameños, vale señalar, no son víctimas de ira enemiga, sino de negligencia de oficiales cuyos sueldos pagaron. Además, los atentados fueron democráticos. Capitanes de finanzas murieron a lado de porteros. En Panamá el golpe pegó exclusivamente a los que menos recursos tienen para aguantarlo.

Peor aún, la negligencia oficial fue seguida por una campaña deliberada de negar a las víctimas y sus familiares la justicia que podrá aliviar su sufrimiento: justo trato para ellos y justo castigo para los responsables.

El gobierno no comenzó exhumar cadáveres de posibles víctimas hasta febrero del 2007, y entonces procedió a paso de caracol. Solo se exhumaron unos 50 antes de vencer el período cuando se pudo determinar si la causa de muerte fue veneno. El resultado de esta lentitud ha sido de mantener el número de muerto artificialmente bajo para limitar la responsabilidad del gobierno y el pago de compensación.

En vez de formar una comisión médica para determinar quien está afectado por el veneno y el grado de su intoxicación, el gobierno asignó la tarea al IMEL. En el mes de agosto del año pasado la defensa de Rene Luciani, Director de la Caja de Seguro Social (CSS), reclamó una controversia, y el Ministerio Público sacó el expediente del IMEL para enviarlo a la Corte Suprema. Por esto la investigación para determinar legalmente si uno ha sido envenenada o no tiene diez meses de estar estancado, mientras que cientos esperan atención y/o compensación.

En cuanto a los responsables, comienzan con el director Luciani y el Dr. Camilo Alleyne e incluyen otros oficiales y los empresarios e inversionistas atrás de Medicom, S.A. Nadie les ha llamado a rendir cuentas. Por protegerlos, Martín Torrijos comparte su culpa e insulta, a las víctimas, a sus familiares, y a todos los que han pagado cuotas de la CSS y que dependen de ella para su salud.

Mientras tanto, su falta de castigar a los responsables del envenenamiento avisó a sus colaboradores que podían comportarse como parásitos, que el único propósito de su gobierno era la felicidad de los participantes, y ¡a la m.....! con los demás panameños. Ellos, por supuesto, le hacían caso y nos dieron el fracaso del tratado comercial y otras chambonadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario