El Siglo. 16 de junio de 2009
En el ocaso de su gobierno lo menos que se imaginó Martín Torrijos es una disputa pública sobre corrupción entre sus más allegados personeros. Y es que la tónica de la corrupción en los diversos escándalos que se produjeron a lo largo de los cinco años de gobierno jamás contó con la mano fuerte de quien dijo la combatiría con el ejemplo.
Desde el pequeño negocio de los lentes, las inconclusas cuentas de la junta de carnaval, los ranchos escuelas, los cielorrasos de fibra de vidrio hasta las reparaciones de escuelas todas han contado con un silencio sepulcral de la máxima autoridad del Estado. No hablemos de licitaciones, botellas, consulados, concesiones, cotizaciones abultadas y cuanta cosa puede uno imaginarse sin un basta, hasta aquí.
Hoy su funcionario más querido, aquél que de un Ministerio de Obras Públicas pasó a Economía y Finanzas para luego terminar en la Contraloría General de la Nación le levanta un muro de contención a los desmedidos apetitos de la negligencia, celeridad, la desesperación de unos cuantos ministros que se debaten por creer que cuanto negocio inconcluso le quede pendiente a este gobierno debe finalizarse antes del 1 de julio.
¿Qué es lo que provoca que el Contralor hoy se debata en una lucha frontal con los ministros de Martín Torrijos? ¿Dónde se rompieron los lazos de unidad o de espíritu de cuerpo que se inculca para impedir que las debilidades afloren ante la opinión pública?
En mi opinión, lo que se enfrenta en los últimos días del Saigón Perredista es la incapacidad de seguir tolerando una corrupción descomunal, desmedida, insaciable que trae como consecuencia que uno de ellos dice: Hasta allá NO.
Se ha traspasado los límites de lo tolerable. Lo que hace que la voz se tenga que levantar en los espacios públicos para impedir los apetitos insaciables. Es que hemos visto demasiado. Desde las planillas abultadas a última hora, las permanencias en la carrera administrativa de gran parte del personal de muchas instituciones públicas hasta decapitaciones de presupuestos importantes como el del INADEH para quien sabe qué propósitos durante el último torneo electoral.
A pesar de los serios problemas financieros del Estado que requiere incurrir en nuevos endeudamientos este año, el gobierno de Martín Torrijos sigue en la promoción publicitaria de su gobierno en los medios radiales, televisivos y escritos como si en el país no estuviere ocurriendo nada.
Se derrochan millones imprimiendo lujosos folletines de los logros gubernamentales por Ministerio, por entidad autónoma incluyendo el Despacho de la Primera Dama. ¿Hay algo de autenticidad en explayar las bondades personales realizadas con fondos públicos? No creo que alguien se coma todos estos cuentos. Folletines e impresos que terminarán en los rellenos de Cerro Patacón. Consignas y lemas que radiadas terminarán en algún recóndito lugar del universo.
Nada hoy del gobierno saliente tiene valor, tiene sustancia. Solo queda la urgente necesidad de que se cierre el capítulo. Que acabemos para siempre esta farsa que traicionó a la juventud, al país decente con las consignas de más empleo, más seguridad y cero corrupción.
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