
OPINION
Luis E. Rodriguez Grifo
Lo que hace algunos años fue un partido glorioso, con principios políticos, doctrinas, ideales, donde imperaba la unidad del colectivo y siempre con el afán de luchar por el bienestar del pueblo panameño se ha convertido en un “periódico de ayer”.
Después de este bochornoso resultado electoral a nivel nacional solo queda en nuestra mente ¿cómo fue posible llegar a esta situación? Y la respuesta es muy sencilla, gracias a nuestra actual dirigencia política, experta en traiciones, puñaladas por la espalda, torcederas de brazo, listas negras, actitudes triunfalistas, persecuciones, pase de facturas, intereses personales y sobre todo, terquedad e ignorancia.
Ahora somos oposición y las declaraciones de Juan Carlos Navarro y Ernesto Pérez Balladares caen como anillo al dedo; antes de empezar a atacar al nuevo presidente deberíamos reflexionar y ver si tenemos la moral o dignidad para poder lanzar la primera piedra, ya que lo único seguro es que nuestro techo es de cristal.
La campaña presidencial de nuestro partido ha demostrado tanta incapacidad que rayó con lo ridículo, embriagados de prepotencia, con mensajes clasistas dejando en evidencia que una oposición unida tiene muchas más posibilidades de vencer al PRD, y ¡cuidado! esta unión se vuelve una tradición electoral en Panamá con el único fin de borrar al PRD de la faz del país. Ya es viejo y conocido el pregón electoral de alcanzar una alianza de oposición “para vencer al PRD”.
¿Cómo afrontar una campaña presidencial con tantos señalamientos que nunca se aclararon a satisfacción del electorado? Analizar el desastre electoral de la candidatura presidencial del PRD no resulta difícil, pero aún no analizamos ¿cómo se perdió una alcaldía capitalina cuyo triunfo, hasta unas semanas antes de las elecciones, era incuestionable? En este caso, bastó un solo señalamiento y una total incapacidad de manejo por parte del colectivo. Esto demuestra que nuestros candidatos deben ser ciudadanos intachables.
Solamente supieron sumar a la alianza lastres políticos, partidos aliados como rémoras buscando la supervivencia política; más vale a veces ir solo que mal acompañado. Aún estamos a tiempo de recuperar mucho de lo que se perdió en el equivocado camino de una política partidista perversa e incapaz. No será fácil, cuando la actual dirigencia se embriaga de arrogancia y de un triunfalismo propio de alucinados tras una derrota.
El cambio no vendrá de esta dirigencia carente de la capacidad de reconocer que si asumieron la responsabilidad de la derrota política, no hay otro camino más que la renuncia voluntaria; de lo contrario, su salida será forzada por las bases de un partido que sabe luchar con el orgullo nato de los verdaderos perredistas y torrijistas.
Hay mucho que renovar, mucho que reconstruir y un largo camino para volver a ser el PRD con mística y doctrina que fundó Omar Torrijos. Hay muchos buenos torrijistas, la mayoría, dispuestos a tomar la bandera y enrumbar la reestructuración necesaria. Aún somos el partido más votado del país… triste sería perderlo todo por parte de quienes no ven más allá de sus intereses personales y desmedidas ansias de poder.
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