martes, 26 de mayo de 2009

Los lastres del pasado

La Prensa. 26 de mayo de 2009.
Opinión

Carlos Eduardo Galan Ponce (opinion@prensa.com)

La sensación de temor que había en el ambiente, por un hipotético triunfo de la candidata del PRD en estas elecciones, quedó plenamente justificada al ver su reacción ante el tsunami de votos con que todas las provincias le mostraron su rechazo. Le salió esa cultura típica de la época de la dictadura, que fue obvio que los votantes no habían olvidado, agregándose de paso, otros elementos negativos, a ese pasado oscuro que puso su cuota en su derrota. En el remoto caso de que alguien se atreva a “rifársela” así de nuevo.

Y luego, la reacción iracunda del ministro de Obras Públicas en un programa de televisión el jueves 14 de mayo, al no poder responder a los cuestionamientos por las deficiencias con que fue abierto por politiquería el último tramo del Corredor Norte, nos hizo ver lo contagioso que es ese virus. Ciudadanos de todos los estratos sociales y de diferentes banderías políticas, salimos a votar por Ricardo Martinelli, no solo para escogerlo como Presidente del país, sino también para preservar la tranquilidad de la Nación, al ver el peligro a que se avocaba con un resultado adverso.
No se trata de hacer leña de un árbol caído, pero si hablamos de árboles, talar especies de calidad, cimentadas en raíces fuertes y profundas, no es una labor fácil y cuando son derribadas, lejos de caer estrepitosamente, descienden con elegancia, para ceder su espacio a otra y ofrecer con generosidad su fina madera. Así se comportan las especies de árboles más cotizadas de nuestras montañas chiricanas. Pero un árbol de “guarumo”, por ejemplo, cae al primer golpe de un machete y una vez derribado, su producto no es de ninguna utilidad. Estricta agronomía.
Estas últimas elecciones, trajeron muchos recuerdos de la campaña electoral de 1989. Hubo tantas cosas similares. Un mar de banderas del PRD, muchas a la fuerza o pagadas, ríos de combustible, una candidatura del círculo más estrecho de Noriega, autobuses recogiendo empleados públicos para llenar las plazas. Arengas de luchas de clases y de calificativos de traidor para todo el que discrepara. Y del otro lado, una oposición mayoritaria tranquila y segura del triunfo, haciéndose presente en espontáneas manifestaciones multitudinarias, unidas por un cambio. Y el resultado en las urnas, el mismo. Hoy contra las cenizas aún tibias del pasado.
Aquella vez, estos mismos, anularon las elecciones que habían perdido y apalearon a los candidatos ganadores. Hoy ya no se pueden hacer esas cosas, pero la reacción de la señora derrotada, al verse “ahogada” en votos, fue como para no presagiar nada bueno, de haber habido a mano algún otro recurso. Faltaban a nuestro lado los dos antiguos partidos civilistas, que el resultado de esa tétrica alianza con sus adversarios naturales de principios, fue como tomarse una pastilla de “chiquitolina”.
El pasado va a perseguir inexorablemente al PRD, como alma en pena, mientras no se disculpen con la sociedad por todo el dolor que le infligieron a la población durante la época que compartieron melosos con la dictadura militar. Y el mismo repudio popular les volverá a aparecer, como un fantasma, al menor asomo de su pasado. Así será mientras no abran su conciencia, se sinceren con sus conciudadanos y se decidan a limpiar sus directorios de individuos que se vanaglorian de su pecaminoso pasado. Si bien en democracia han ganado dos elecciones se debió, primero, haber competido con una oposición dividida y luego, por haber presentado candidatos que no podían ser señalados como partícipes de actos de barbarie contra la población.
Pero no sé en qué cabeza de chorlito –mentira, ya todos sabemos– pudo caber que el pasado de su candidata iba a “pasar agachado” y una amnesia colectiva iba a llevarla danzando a la Presidencia de la República. Lo que consiguieron fue traer de nuevo a la memoria de la población, esa época triste y unir a las fuerzas de la oposición en contra de un asomo de lo que nos habíamos sacudido en 1989. Y para ayudarla, además de con su descarado apoyo, el hijo del dictador ya le había dado sus “empujoncitos”, al recoger para ministros y otros altos cargos, a violentos personajes de la dictadura, que unidos por un pasado, muchos estuvieron en esta campaña, entre sus cercanos colaboradores.
Si bien el PRD, desde sus gobierno en democracia, en cierta forma había tenido éxito en arrinconar en el olvido los crímenes de la dictadura torrijista, tratando de mostrar ese período como un rinconcito de paz y al dictador como un bendito inteligentísimo, hasta inventándole una medalla, sus actuales dirigentes, con esta sola maniobra nos acaban de mostrar que el monstruo no ha muerto, que aún vive en una fracción aparentemente mayoritaria del PRD. Por ello, las fuerzas políticas con las que ganamos estas elecciones, tienen hoy dos grandes compromisos con la patria: primero, hacerlo bien, en lo cual yo tengo una gran fe. Y luego, mantenernos unidos para asegurarnos de no volver a ver al país, avocado al riesgo de retornar a su triste y doloroso pasado.

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