
El Panamá América. 8 de mayo de 2009. Página 14
Bertilo Mejía Ortega
EDUCADOR Y EXLEGISLADOR DE LA REPUBLICA
Bertilo Mejía Ortega
EDUCADOR Y EXLEGISLADOR DE LA REPUBLICA
La derrota que barrió del poder al PRD el pasado 3 de mayo era previsible. No otra cosa podía ocurrir después de cinco años de infelices humillaciones a la majestad de la Nación y al propio pueblo panameño. Quienes habían ofrecido una “Patria Nueva” se olvidaron de sus promesas y recurrieron a prácticas que muchos panameños creíamos superadas. Echaron mano a reductos de la tiranía militar profundamente comprometidos con violaciones a los derechos humanos y los convirtieron en ministros de Estado y directores de instituciones, olvidándose de la vocación civilista del pueblo y de la lucha tesonera que los panameños honestos libramos contra la corrupta dictadura de 21 años.
En un inaudito desprecio a la Constitución y leyes de la república, violentaron la ley orgánica de la Fuerza Pública, para avanzar, con un militar a la cabeza, en lo que ellos denominaban “rescate institucional”; o sea, la vuelta a los esquemas y modalidades que caracterizaron a las represivas y antidemocráticas Fuerzas de Defensa.La inseguridad mantuvo su elevado nivel en todo el país, y muchos panameños cayeron víctimas de la ola de violencia que el gobierno PRD-PP fue incapaz de frenar. La calidad de la educación descendió a niveles insospechados dada la politiquería entronizada en el Ministerio de Educación, que por primera vez en la historia vio desfilar a cuatro ministros en un quinquenio.
El servicio del transporte público colapsó y la administración que fenece no fue capaz de dotar al país de un sistema que respondiera a las necesidades y expectativas de un usuario cansado de la indiferencia, del abuso y de la fatal coquetería entre la dirigencia del gremio y el gobierno nacional. La descarada impunidad que en casos como el CEMIS, el FECE y otros, ha desalentado al panameño honesto; ha lacerado la decencia nacional y ha cultivado un voto de absoluto rechazo a quienes no han actuado como estadistas, sino como aprovechadores de la función pública para disfrutar de honores, viajes de placer y de las facilidades del erario público.
Las obras públicas han tenido a la cabeza al mal recordado comandante de los grupos paramilitares que arrebataron vidas y tranquilidad a los panameños que en los ochenta luchaban por los ideales de democracia, justicia y libertad. Y si como esto fuera poco, la ex candidata a la Presidencia de la República por el oficialismo hacía promesas de volver a una fuerza pública “con disciplina militar”, oferta nada convincente para un pueblo que repudió y rechaza toda vuelta al pasado oscuro.
El pueblo panameño ha desaprobado con creces la gestión presidencial de Martín Torrijos, y su proyecto de continuismo, y ha elegido a un nuevo Presidente y vicePresidente, en la esperanza restauradora de nuestro querido Panamá. De ellos mucho esperamos, para que la clase política reivindique el crédito público y la dignidad institucional resplandezca para bien de nuestra patria.
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