sábado, 16 de mayo de 2009

La quiebra del bipartidismo

El Panamá América. 16 de mayo de 2009.
Rubén Darío Córdoba Barría
LICENCIADO EN DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

El domingo 3 de mayo, Ricardo Martinelli y su Alianza por el Cambio rompieron el bipartidismo panameño. En este nuevo escenario, el PRD y el Partido Panameñista se ven obligados a hacer un balance interno de lo sucedido y ajustarse a esta nueva correlación de fuerzas.La coyuntura electoral puso en evidencia la crisis interna de los dos partidos más grandes.

El Partido Panameñista entró en franca crisis luego de la cuestionada gestión gubernamental de Mireya Moscoso, la abrumadora derrota electoral de 2004 y el fraccionamiento interno provocado por sus propios líderes.

Por su parte, el PRD está hoy lejos de ser una unidad monolítica en lo que respecta tanto a su dirección como a sus bases: unas primarias caracterizadas por el incumplimiento de la palabra empeñada (¿traición?) y la descalificación personal, las claras diferencias personales entre los tres líderes más importantes de dicho partido (Torrijos, Herrera y Navarro) y el distanciamiento entre la cúpula y las bases parecen ser las razones de la problemática interna del PRD.

Sólo hay que escuchar hablar al ex presidente Ernesto Pérez Balladares, a Juan Carlos Navarro y a la propia Balbina Herrera para comprobar cómo andan las cosas en el PRD.Ahora, si bien el triunfo de la Alianza por el Cambio fue un auténtico “tsunami” de votos, una vez en el gobierno, dicha alianza tendrá el gran reto de mantener su cohesión, pues no será fácil satisfacer a todos los partidos cuando se “reparta el pastel”.

Recordemos que en Panamá, las alianzas partidistas de este tipo se sustentan realmente en el clientelismo y no en un programa de gobierno.Hace tres años, el politólogo panameño Rubén Darío Rodríguez Patiño escribía certeramente lo siguiente: “[…] es una interrogante si el supuesto bipartidismo de hecho reaparecerá en los torneos electorales venideros, o si lo ocurrido en las últimas elecciones [de 2004] es el preámbulo de un pluripartidismo neto, o quizá el anticipo de un outsider en la política nacional que desplace a los partidos políticos dominantes.

Está por verse […] si las pautas previsibles del sistema partidario panameño se desmoronan o se mantienen” (Presidencialismo y sistema de partidos: Panamá y América Latina, 2006, p.33). Pues bien, el outsider llegó y con él, el bipartidismo se quebró.Algo más: si bien el triunfo de Martinelli consolida un cambio en el sistema de partidos panameño, está por verse si ello se traduce, aunque lo dudo mucho, en un verdadero y profundo cambio del país, tal como sucedió -guardando proporciones- en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Colombia con Chávez, Morales, Correa y Uribe respectivamente. Como decimos aquí: amanecerá y veremos.

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