El Panamá América. 9 de mayo de 2009.
REDACCION
Luego del arrollador triunfo electoral de la oposición en estas elecciones, que le dieron el histórico y masivo respaldo a Ricardo Martinelli, la otra noticia es, sin lugar a dudas, la demoledora derrota del PRD. La importancia del futuro del PRD radica en el hecho de que una democracia real necesita de fuerzas opositoras vigorosas, activas y responsables para mantener el equilibrio político de la sociedad panameña.De allí que, ante las decisiones que el próximo gobierno empezará a tomar a partir del 1 de julio, y por las enormes expectativas creadas en torno a las promesas electorales durante la campaña de Martinelli, lo que ocurra en el PRD será importante para abrir los espacios críticos que seguramente se necesitarán en el país. Pero, ¿está ese colectivo en condiciones de cumplir con este papel? Los analistas políticos consideran que aún no.
A pesar que las encuestas habían anticipado la debacle electoral de la candidata oficialista, Balbina Herrera, lo que ha quedado claro es que también el PRD necesita un cambio. Sin embargo, Herrera no parece haber recibido (¿entendido?) el contundente mensaje dado por el pueblo panameño el pasado domingo 3 de mayo y, en medio de la violenta derrota sufrida -más del 60% le dijo NO a su propuesta- anuncia con sorpresiva soberbia que ostentará a partir de ahora un cargo para el cual nadie la eligió y mucho menos se ha ganado: “líder de la oposición”.
Su auto proclamado liderazgo resulta incomprensible, pues su dirección como presidenta del PRD ha sido duramente cuestionada, además de rechazada, en estas elecciones.Hay muchos factores, externos e internos, que explican el fracaso del PRD en las pasadas elecciones, pero uno de los elementos determinantes fue la incapacidad de Balbina Herrera para liderar, conciliar y unir las fuerzas en pugna dentro del colectivo. Le corresponderá a las bases salvar a ese partido de las fuerzas tradicionales que, ancladas en el pasado, pretenden dirigirlas resistiéndose a cambiar y modernizarse.
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